Esta serie iniciada en pandemia, nace de la necesidad visceral de traducir lo invisible. Me permito plasmar un lenguaje crítico que dialoga con la irracionalidad de nuestro tiempo, una época marcada por el exceso de estímulos, velocidad, desconexión espiritual y la búsqueda de sentido. Exploro los umbrales entre lo físico, lo emocional y lo perceptivo como territorios de tensión, transición y transformación.
Cada obra funciona como un portal: una estructura que fractura la linealidad del tiempo y el espacio. A través de símbolos emergidos del subconsciente, construyo puentes entre realidades, revelando aquello que normalmente permanece oculto.
Entre la precisión y riguidez de la geometría y la irreverencia y espontaneidad del gesto expresivo, estos conforman un lenguaje visual crudo e instintivo que denomino “la forma del alma”.
El resultado es un diálogo entre orden y caos, donde la perfección de la estructura colisiona con la irreverencia del gesto, mostrando las dos caras de una misma moneda.