El proyecto de identidad visual comenzó con un mural que me encargaron para el interior de un espacio de comida para llevar.

El reto: crear un impacto visual utilizando solo tres colores. Incorporé el blanco del fondo como un elemento activo en la composición, construyendo un sistema geométrico estructurado pero audaz, inspirado en la energía urbana, el movimiento dinámico y la intensidad de los sabores del lugar.

Tras finalizar el mural, desarrollé la identidad visual completa del espacio. El eje del proyecto fue el diseño del packaging principal: The Delicious Box. Concebida como un elemento clave de marca, la caja integra el patrón gráfico cuidadosamente adaptado a cada superficie. La diseñé como un objeto escultórico, cuidando cada detalle para que el diseño envolviera la pieza con coherencia visual y fuerza estética.

Este proyecto muestra cómo un sistema visual único puede escalar y adaptarse a múltiples formatos —del mural al objeto— sin perder impacto.
Se trata de transformar un momento cotidiano, como recoger tu comida, en una experiencia visual audaz, inesperada y hermosa.