En esta serie exploro la geometría no como orden rígido, sino como organismo vivo que respira y muta.
Polígonos irregulares, atravesados por aristas y divisiones internas, se abren para revelar universos ocultos de tensión, pliegues y fragmentos de color.
Cada composición es una micro-arquitectura de emoción, un espacio donde los bordes permanecen abiertos, animados por un dinamismo interno que sugiere movimiento y transformación.
La geometría deja de ser fría para volverse orgánica, casi sensible. Cada vértice es un punto de contacto entre lo visible y lo invisible, entre materia y emoción.
Estos poligonos, primas o figuras abstractas invitan a mirar más allá de las superficies y a percibir la vida secreta que late dentro de la forma.